Los últimos días de agosto suelen venir con sensaciones encontradas. Por un lado, la sensación de haber descansado y disfrutado, un verano más, de la libertad del sol, del tiempo en familia, los días que se alargan, los juegos sin horarios, sobremesas eternas y horas en el agua, en el mar o en la montaña. La oportunidad de descubrir pasiones nuevas o perfeccionar las antiguas, tener conversaciones profundas, hacer y deshacer maletas. Trenes, vuelos, aeropuertos y horas de carretera. Tiempo para desconectar y reconectar. Y a la vuelta, con frecuencia, nos encontramos de frente con aquello que dejamos en un junio caluroso: casas que vuelven a ser hogar, rutinas y horarios y todo lo cotidiano: cambio de armario, lavadoras, volver a cocinar o la “vuelta al cole”.
Aquí, en esta situación de cambio, que para jóvenes y adolescentes puede implicar también una transición entre cursos o etapas educativas, además de la despedida de todo lo bueno que trae el verano, pueden manifestarse algunas dificultades. En estos días es posible que niños, niñas y adolescentes se resistan en cierto grado ante la idea de volver al colegio, el instituto o la universidad. Siendo honestos, es frecuente que hasta los adultos expresen o al menos sientan cierto rechazo al volver al centro de trabajo después de las vacaciones. Y todo esto es normal, esperable y comprensible.
Sin embargo, y centrándonos en los más pequeños, si el miedo al ir o volver al colegio se vuelve un aspecto que los condiciona y afecta, generándoles malestar, angustia y ansiedad, puede ser útil considerar buscar la ayuda de un psicólogo infantil. Con este artículo pretendemos acercaros a las familias para entender cuándo y cómo abordar esta situación de manera efectiva.
El miedo a ir al colegio en niños: Causas y Manifestaciones
El miedo a ir al colegio es una preocupación que se puede enfrentar en algún momento de la crianza de los hijos, y que puede manifestarse de diversas formas, desde el rechazo activo a la idea de asistir a la escuela, pasando por estados de preocupación constante, hasta la expresión de síntomas somáticos como dolores de estómago o de cabeza.
Como la mayoría de los fenómenos psicológicos, en el desarrollo de este miedo suelen intervenir diferentes elementos, hay aspectos que pueden reflejarse en las distintas dimensiones y se puede expresarse de diferente manera. En otras palabras, suele ser multicausal, multidimensional y multidireccional. La ansiedad por separación en los niños más pequeños, la experiencia de haber sido víctima de bullying en cursos pasados, el haber experimentado desfase o problemas académicos, o tener dificultades en el área social son algunas de las causas más comunes que influyen en la aparición de esta sensación de malestar y miedo intenso

Como es esperable, no todos los casos en los que un niño expresa miedo por ir al colegio requieren de la intervención de un profesional. De hecho, en la mayoría de las situaciones es suficiente con que los padres cuenten con los conocimientos y herramientas suficientes y apropiadas para ayudar a sus hijos. La empatía, la propuesta de soluciones y alternativas y el afrontamiento son algunos de los elementos clave.
Es de gran importancia abordar el problema cuando se comience a tener sospecha del mismo, e incluso proponer medidas de carácter preventivo en las etapas de especial vulnerabilidad o tránsito. En esta línea, observar y responder ante las señales de alerta es el primer paso: los cambios en el comportamiento o la expresión emocional, la preocupación constante, la tendencia al aislamiento o la aparición de síntomas psicosomáticos pueden ser indicios ante los que actuar. Una situación inicial difícil, pero sencilla de trabajar y cambiar, puede convertirse en un problema más profundo si no atendemos estos síntomas o desacreditamos las sensaciones que está teniendo el menor.

Con la ayuda de un profesional, las familias pueden aprender a actuar ante las señales de alarma mencionadas, evaluar la gravedad del miedo y considerar si resulta apropiado contar con ayuda externa para trabajarlo.
Desde nuestra experiencia, consideramos que es fundamental que el niño o la niña sea un agente activo en todo este proceso: debemos conocer cuáles son sus necesidades, qué le gustaría hacer con ese miedo y consultar con él o ella si estaría de acuerdo en que otra persona le ayudara. Hacerlo partícipe y protagonista hará, a su vez, que asuma la responsabilidad e inicie el proceso de cambio desde dentro, de manera autónoma y acompañado de sus figuras de referencia.
Los profesionales de la psicología que trabajan con niños y niñas comprenden y ayudan a los menores y sus familias. A través de la escucha activa, el análisis funcional del problema, la práctica de habilidades individuales y sociales y el manejo de herramientas el niño puede aprender a reconocer y expresar sus emociones, actuar ante ellas, poner en práctica estrategias de afrontamiento y superar gradualmente sus temores de acuerdo con sus objetivos y los de su familia.
Conclusión
A modo de conclusión, nos gustaría cerrar transmitiendo a las familias seguridad y tranquilidad. No cabe duda de que el miedo a ir al colegio supone una preocupación que se debe atender y trabajar, pero también es una situación que se puede abordar de manera efectiva con la ayuda adecuada. Como padres, es importante atender las posibles señales que indican que el miedo está afectando al menor y, en estos casos, considerar la ayuda de un profesional de la psicología infantil. El trabajo coordinado entre el psicólogo, la familia y el menor resulta imprescindible para lograr el bienestar emocional, social y en el ámbito educativo. Cada persona es única y encontrar la mejor manera de apoyarlos en cada etapa es una parte fundamental para un buen desarrollo.
Hasta aquí, gracias por leernos, gracias por considerarnos y gracias por tu tiempo.
Si lo necesitas, te esperamos al otro lado de esa llamada.
Charo y Ana